La distinción entre bancos e instituciones financieras no bancarias está cada vez más distorsionada. Las Fintech no bancarias actúan como bancos y los bancos intentan parecer Fintech innovadoras (a menudo eliminando la palabra "banco" de su nombre). Este desenfoque ha suscitado un debate crucial en torno a la terminología utilizada por las entidades no bancarias, con sus nombres comerciales y para productos y servicios tradicionalmente ofrecidos por los bancos, como la obtención de intereses por los depósitos. El meollo de esta discusión no es sólo semántico: se trata de la protección del consumidor y de los marcos reguladores diseñados para salvaguardarla.
Los riesgos detrás de los términos
El término "banco" es un término regulado reservado para ser utilizado únicamente por instituciones financieras titulares de licencias bancarias. Así lo impone el regulador bancario e incluso lo hacen cumplir los registradores de dominios y el registrador de marcas. Las entidades no bancarias no pueden llevar la palabra "banco" en su nombre y se limitan a utilizar términos como "banca". Cuando los consumidores oyen hablar de ganar "intereses" por sus "depósitos", traen consigo una serie de expectativas moldeadas por su experiencia vital, aunque sea indirecta, de la regulación bancaria. Estos términos implican un nivel de seguridad y protección, respaldado por numerosas normas y reglamentos destinados a minimizar el riesgo. Sin embargo, las entidades no bancarias, por su propia naturaleza, operan al margen de esta normativa bancaria. Su uso de la terminología bancaria, por tanto, puede inducir a error a los consumidores sobre la naturaleza del producto que se les ofrece y las protecciones -o falta de ellas- que lo acompañan. Por eso es ilegal que las entidades no bancarias utilicen terminología bancaria regulada.
El caso de Celsius y las recompensas
Celsius Network, una empresa pionera en el uso del término "recompensas " en lugar de intereses, sirve de ejemplo. Al eludir la terminología bancaria tradicional, Celsius se posicionó como capaz de ofrecer servicios bancarios sin ser un banco real (autorizado y regulado). Esta estrategia tuvo un alto coste: una asombrosa multa de 4.600 millones de dólares por múltiples infracciones de la normativa, impuesta después de que la empresa se declarara en quiebra al no poder proporcionar a los clientes sus depósitos y garantías (ya que ambos habían sido rehipotecados por Celsius en inversiones con bloqueos de mayor duración). Este ejemplo subraya los peligros potenciales ocultos tras el cambio de marca de las funciones bancarias tradicionales con términos más suaves y menos regulados. Además, Celsius es sólo un ejemplo; otros como BlockFi, Gemini, Coinbase, Genesis y otros ofrecían "recompensas" basadas en tipos de interés sin licencia reglamentaria para ello y todos y cada uno de ellos (entre otros) fueron multados o tuvieron que cancelar o revisar sus programas de recompensas.
Implicaciones internacionales
Las repercusiones del uso de términos bancarios van más allá de las empresas con sede en Estados Unidos. Entidades no estadounidenses, como Nexo, también se han enfrentado a multas y acciones reguladoras por errores similares, lo que les ha llevado a abandonar mercados con leyes estrictas de protección del consumidor, como Estados Unidos. Este patrón supone una señal de alarma tanto para los consumidores como para los reguladores. Si una entidad no bancaria está dispuesta a incumplir las leyes diseñadas para proteger a los consumidores en un ámbito, ¿qué otras medidas podría estar tomando? Y lo que es más importante, ¿hasta qué punto están seguros los fondos de los consumidores cuando se confían a estas instituciones?
Un llamamiento a la claridad y la prudencia
El atractivo de los productos financieros innovadores no debe ocultar a los consumidores los riesgos que pueden entrañar, especialmente cuando los ofrecen entidades que eluden intencionadamente el marco regulador establecido para proteger al público. Esta situación exige una doble respuesta: un mayor escrutinio regulador de las entidades no bancarias que utilizan terminología engañosa y una mayor concienciación de los consumidores sobre las protecciones que pierden al contratar con estas entidades. Si un producto parece un producto bancario tradicional pero utiliza un término que los bancos no usan, tenga cuidado. Por ejemplo, cuando usted deposita fondos, pero las empresas dicen que está prestando dinero, eso es una señal de alarma.
Lo esencial
A medida que el panorama financiero sigue evolucionando, la importancia de una comunicación clara y honesta y de un estricto cumplimiento de la normativa nunca ha sido mayor. Los consumidores merecen saber exactamente qué están contratando, incluidos los riesgos que conlleva. Del mismo modo, las instituciones financieras no bancarias deben ser responsables de los términos que utilizan y de las implicaciones que dichos términos tienen. Sólo mediante la transparencia, una regulación racional y la educación de los consumidores podrá mantenerse el equilibrio entre la innovación y la protección de los consumidores.
Al navegar por este complejo terreno, tanto los consumidores como los reguladores y las entidades financieras deben permanecer vigilantes. El futuro de las finanzas depende no solo de la innovación, sino también de la confianza y la seguridad de aquellos a quienes sirven.
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